La supresión de la esclavitud en las repúblicas americanas en la segunda mitad del siglo XIX, no pasó de ser más que un acto teórico, porque la población de raza negra no equiparó sus derechos con los del resto de la población hasta fechas tan recientes como lo son los finales del siglo XX. En los Estados Unidos, por ejemplo, la lucha contra la segregación racial alcanzó su mayor intensidad a fines de la década de 1960. Aún hoy en día, en pleno siglo XXI, sigue existiendo esclavitud incuestionable en determinadas áreas de países como Brasil. En el año 2003, por ejemplo, el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva hizo publicar una lista con los nombres de los hacendados condenados en las dos últimas décadas por tenencia de esclavos. El número de esclavos liberados por el gobierno en esos años ascendió a 10.731.
España
Contó a lo largo de su historia con intelectuales abolicionistas, como el dominico Bartolomé de las Casas (tras su inicial postura favorable a llevar esclavos negros a América para librar de un destino semejante a los indios), el jurista Bartolomé de Albornoz (ambos del siglo XVI) y el ilustrado protestante José María Blanco White (comienzos del siglo XIX). La legislación medieval regulaba la esclavitud, y se adaptó al Nuevo Mundo, donde las Leyes de Indias impedían esclavizar a los indígenas, pero no el tráfico de esclavos africanos. Tras los debates que sobre el esclavismo se dieron en las Cortes de Cádiz, la Constitución de 1812 (con intervenciones, entre otros, del diputado de Tlaxcala José Miguel Guridi Alcocer y de Agustín de Argüelles), no optó por el abolicionismo puro, aunque en cualquier caso todas sus reformas fueron derogadas por Fernando VII en 1814.La presión de las potencias de la Restauración europea (el tema se trató en el Congreso de Viena) llevó a Fernando VII a abolir la trata de esclavos (Tratado entre S.M. el Rey de España y de las Indias, y S.M. el rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda para la abolición del tráfico de negros, concluido y firmado en Madrid en 23 de septiembre de 1817, que preveía el fin efectivo del tráfico para el día 30 de mayo de 1820, dando cinco meses más para los barcos que hubieran empezado su viaje con anterioridad a esa fecha),lo que mantenía la esclavitud reproductiva, y de hecho no impidió un activo contrabando ("negreros" como el marqués de Comillas).
Los liberales en el poder durante el reinado de Isabel II escogieron mantener la esclavitud en las colonias (ya por entonces solo Cuba, Puerto Rico y Filipinas, habiéndose independizado el resto) y abolirla en la Península, islas adyacentes y territorios africanos "por el solo hecho de pisar" (artículo 2, ley de 8 de marzo de 1837).En 1842 se reguló la esclavitud con un Reglamento.
El 2 de abril de 1865 se crea la Sociedad Abolicionista Española por iniciativa del hacendado puertorriqueño Julio Vizcarrondo, trasladado a la península tras haber liberado a sus esclavos. El 10 de diciembre del mismo año funda su periódico El Abolicionista. Contó con el apoyo de políticos que fraguaron la Revolución de 1868, “la Gloriosa” que destronó a Isabel II.
Como consecuencia de ello, en 1870, siendo ministro de ultramar Segismundo Moret, se promulgó una ley llamada de “libertad de vientres” que concedía la libertad a los futuros hijos de las esclavas y que irritó a los esclavistas. En 1872 el gobierno de Ruiz Zorrilla elaboró un proyecto de ley de abolición de la esclavitud en Puerto Rico.
Contra este proyecto se desató una feroz oposición. Para coordinar la acción opositora se crearon en varias ciudades como Madrid, Santander, Cádiz, o Barcelona Círculos Hispano Ultramarinos de ex residentes de las Antillas y se impulsó también la constitución en varias ciudades de la “Liga Nacional” antiabolicionista. Instigaron plantes de la nobleza al rey Amadeo de Saboya, conspiraciones, campañas de prensa y manifestaciones callejeras, como la del 11 de diciembre en Madrid, que tuvo como réplica la que organizó en esta ciudad la Sociedad Abolicionista Española el 10 de enero de 1873. Tal crispación se explica, pues se veía en la liberación de los 31.000 esclavos puertorriqueños, un temido preámbulo de la liberación de los casi 400.000 esclavos cubanos.
Precisamente, la oposición a este proyecto de ley abolicionista fue uno de los elementos más visibles de la crítica al rey Amadeo en la prensa conservadora, reprochándole que no se enfrentase (de forma dudosamente constitucional) al Parlamento, dominado por una alianza, en esta cuestión, de monárquicos progresistas (como el mismo jefe de gobierno Ruiz Zorrilla) y de republicanos (como Castelar o Pi y Margall). Según el Diario de Barcelona, el 7 de febrero de 1873 se hubiese producido un golpe militar si el rey hubiera refrendado la abolición. En su lugar, Amadeo ratificó la orden del gobierno de disolver el arma de artillería. A continuación, el 11 de febrero, abdicó.
La ley por la que se abolía la esclavitud en Puerto Rico fue finalmente aprobada el 25 de marzo de 1873, un mes después de la abdicación del rey y de haberse votado la proclamación de la Primera República Española. Esto animó al historiador cubano José Antonio Saco a escribir y publicar una monumental Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días (París, 1875-1877, 4 volúmenes). Cuba debió esperar varios años más que Puerto Rico, ya que la abolición no llegó hasta el decreto del 17 de febrero de 1880, ya en el reinado de Alfonso XII, que sustituía la esclavitud por una institución intermedia hacia la condición de liberto, denominada Patronato (y "patrocinados" los hasta entonces esclavos). El Patronato fue abolido definitivamente por el real decreto de 7 de octubre de 1886, que liberó los 25 o 30 000 patrocinados que quedaban.Como testimonios humanos de lo que supuso la esclavitud en Cuba permanecen aún las autobiografías de dos esclavos, la de Juan Francisco Manzano, cuya segunda parte ha desaparecido, y la de Esteban Montejo, transcrita por el antropólogo Miguel Barnet.
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